Varias
tormentas después
acostumbrada
al aluvión
al torrente
que me
golpea los hombros
me encharca
los pies
me inunda
la respiración
Y ya no sé
si soy yo la que llora
o es la lluvia que rasguña mi cara
Cuando ya
creía
que mi vida
era ir
de la
melancolía a la desazón
encuentro
en mí una calma
una
confianza
en esa
mirada que es cielo soleado
en esa
sonrisa que es promesa de más
en esas
manos que acarician y sostienen
Entonces me
doy cuenta
de que la
lluvia ahora es siesta
de piernas
entrelazadas
bajo un techo
compartido
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