Apagó la
luz. Podía ver los mensajes en el celular en la oscuridad. En eso estaba,
cuando los mosquitos se arremolinaron sobre la pantalla. Eran una marea negra
con patitas y zumbidos. Dejó el celular en la mesa al costado de la cama. Pensó que no iba a poder
dormir, que iba a amanecer toda picada.
El baño de repelente que se había puesto hasta en el pelo, como le había
recomendado una amiga, funcionó. Durmió de corrido toda la noche. Si soñó algo
no lo recordaba. Desayunó. Vio que la luz de la pantalla del celular seguía
prendida, cosa que le resultó extraña. Lo agarró. En el block de notas había
una novela escrita durante la noche. Se llamaba “La humana durmiente”. La
pantalla tenía estampadas las huellas de las patitas de los mosquitos.
*
“La humana
durmiente” fue publicado y se convirtió en un best-seller. La autora está en la cárcel, acusada por los
mosquitos por plagio. Denunció a la fábrica de repelente: “si no fuera por
ellos, estaría llena de ronchas, pero libre”, fueron sus palabras.