Abrigada en
casa
escucho el
golpeteo de las gotas que caen
En esta
casa
que al fin
siento muy
mía
Silencio de
lluvia suspendido
en este
momento de soledad
que hoy
elijo
Abrigada en
casa
escucho el
golpeteo de las gotas que caen
En esta
casa
que al fin
siento muy
mía
Silencio de
lluvia suspendido
en este
momento de soledad
que hoy
elijo
Quiero
volar sobre un barrilete
Deslizarme
por su cola
Y girar
girar
girar
Ver el
mundo desde arriba
Mientras
una mariposa
se apoya en
mi hombro un instante
breve
como la
vida
Te dejás
sumergir
en el
maremoto
que es mi
mente desolada
Te arrastro
por ciclones
inciertos
Vos me
tenés
surfeando
olas
embravecidas
Me hundo en
tus cavilaciones
y recuerdos
Los dos sabemos
los riesgos
de
aventurarnos
en las
profundidades
Así y todo
seguimos navegando
Amamos el
mar
En medio de
las nubes
entreví su
rostro
Su sonrisa
que solo
conozco
en fotos
Desde las
alturas estiró la mano
Me acarició
la cabeza
el hombro
Había mucho
amor en su mirada
ternura
compasión
Me entendía
Como si
también hubiera estado ahí
Con la
respiración congelada
El estómago
latiendo incontenible
El llanto
fácil y la depresión cercana
Y la
incertidumbre de si huir es la solución
o es una
huida más
de las tantas
acumuladas
No sé cómo
me entendía si ni yo entiendo
estas ganas
de romperlo todo
De destrozar
un edificio con las manos
Patear postes
de luz hasta quebrarme los dedos
Y diluirme
llorando por una alcantarilla
Confiá, me dijo
Tirate a la
pileta que esta vez
hay agua
dulce
y reparadora
Cascada
borboteante
el café
que cae
en la taza
Susurros de
espuma negra
de dulzura
artificial
auguran prontos despabilos
Beso el
borde
Me quemo
los labios
El líquido
insistente
se escurre
por la garganta
me abriga el estómago
Saboreo
cada gota
Huelo la
tersura que me revive
La vida se
acomoda
en medio
del caos
La mañana
comienza
Siento que me hundo
en las profundidades
de un plato repetido
Otra vez sopa
Cómo modificar mi mirar para otro lado
No dejar pasar
lo que me lastima
Cómo cambiar el rumbo
y no volver
a desviarme
de mí
Conocemos
la medida
de nuestra intensidad
Nos acompañamos en los miedos
y en las alegrías
La vida nos rompió
muchas veces
Nos encontramos
de a poco
en cada beso
En cada mirada tuya
que me da paz
En tu voz
que me sacude el pecho
y me hace soñar
futuros posibles
Acá estamos
contra viento y marea
haciéndonos bien
No quiero
seguir esperando
el abrazo
que nunca tuve
Ni que me
den el espacio
para ser
Quiero
trascender
las
separaciones
las pérdidas
los duelos
Mi objetivo
más urgente
es no
perderme en la intensidad
ni los
deseos ajenos
El tiempo
es hoy
de empezar a descubrir
mi corazón
Finalmente, el mensaje que tanto había estado esperando, llegó al Whatsapp.
Luego de una hermosa presentación donde me contaba que había leído mis textos
y que eso lo había animado a escribirme porque le habían gustado mucho,
agrega:
-espero que nuestra amiga en
común te haya avisado que te iba a escribir, si no me corto las venas con los
ravioles que estoy cocinando.
Mi corazón se aceleró. Ahí
estaba, tenía que responder:
-Me gustan los ravioles, así que
vamos bien, ponele.
-Te puedo hacer un día, si
querés.
Bien ahí, campeón. Aproveche la
oportunidad de ser sincera desde el primer momento:
-Dale. Yo no te puedo hacer nada.
Soy malísima cocinando, te aviso.
-A mí no me quedó otra. Los
chicos se quejan a veces, de que no hay variedad.
-Deciles que esto no es un
restaurant. Bien de padre la frase, jajaj.
-jajaj. Aparte de ravioles, ¿qué
otra comida te gusta?
-Pocas cosas no me gustan. Lo que
sí no me gusta es el mondongo.
-A mí me encanta.
-Listo, no hablamos más, jajaja!
-A mí lo que no me gusta es el pescado. Bah,
algo de pescado como, lo que no puedo para nada son los frutos del mar.
-A mí me encantan jajaj! ¿Las
rabas tampoco?
-No, no sé por qué pero no me
gustan.
-¿Quizás te atacó un cornalito?
Ahí un audio con una risa y una
voz que me aceleraron el pulso mucho más. Algo en ese chat me decía que esta
relación me iba a sorprender como me había sorprendido ese mensaje inicial que
yo ya no sabía si esperar o no. Hablamos de escritura, le pedí leer sus cuentos
y me pasó la página. Intercambiamos comentarios sobre lo que había escrito el
otro. Los autores que nos gustaban, nuestro amor por la lectura y la escritura.
Chateamos todo ese domingo. Quedamos encontrarnos el jueves siguiente, que al
final fue el martes. Queríamos conocernos.
Los ravioles quedaron como anécdota iniciatoria, siempre listos para el chiste: “no sé, yo todavía sigo esperando mis ravioles”. Hoy cerramos ese ciclo. Cuatro quesos y salsa rosa. Estaban espectaculares
Claveles
azules
La primera
visita al mar
Los ojos
enormes
El jardín
frondoso
de arena y
de sal
Geranios
alegres
de maceta
de terracota
que no sobreviven
a la falta de riego
Narcisos
prepotentes
demandantes
no hay agua
que alcance
nunca
Rosas rojas
Coquetas y
vanidosas
Con ganas
de tener el mundo a sus pies
Cactus ariscos
solitarios
Se ahogan
en un vaso
de agua
Y no
hablemos de quienes aman la luz
Y quienes
la oscuridad
Cuando sentís
que la
esperanza
se
desvanece
en esa
última ilusión fallida
de que la
alegría era posible
Cuando ya
gritar no es suficiente
No te
quedan sonidos
ni lágrimas para calmar esa punzada
que te
quema el corazón
Las
lágrimas limpian
pero no
llegan a los rincones debajo de la alfombra
donde te
enseñaron tan bien
a esconder
la suciedad
que ya no
la encontrás
Esta
soledad
Este
malestar con el que aprendiste a convivir
a tu pesar
Esta
angustia que te atraviesa el pecho
Claras
señales
de que algo
muy profundo
va a explotar
¿Saltarán
las esquirlas por el aire?
¿Estallarán
los cimientos podridos y construiremos
algo
diferente?
Algo sólido
honesto
tranquilo
La
melancolía
arrasa
Y sigue en
mí
imperturbable
esa manía
de imaginar
los peores escenarios
La
adrenalina me invade
los
sentidos
Me aprieta
el pecho
Me ahogo
en un miedo
incierto y confuso
constante
tenaz
Aprendí
o eso creo
a no
pelearme con él
Intento
desesperada
no
aferrarme al malestar
Respirar
sin
zozobrar
ni romperme
en pedazos
ni salir a
matar
ni sacarme
esta molestia
a gritos y
papelones
Agotada
me pregunto
por qué
no me dejo
en paz
Porque me
leés mejor que nadie
Ya te lo
dije
Ya lo sabés
Porque con
vos
volvieron
las ganas
Incluso de
aventurarme
a mis precipicios
y volver
Porque tus
ojos me reflejan hermosa
Esa versión
de mí que leíste
y te
enamoró antes de conocerme
Porque
nuestra peor versión también
hizo de las
suyas
No es fácil
el amor después del amor
Y aún así
decidimos que era acá
que éramos
nosotros
Porque
todavía me quedan heridas
Pero qué
lindo ver
cómo sanan
al lado
tuyo
El silencio de la mañana
me susurra optimismo
Las pesadillas quedaron
atrás
Disfruto
esta calma
efímera
deliciosa
que renueva mis ganas
El letargo de la noche
pegado al cuerpo
me acompaña junto con el
mate
Los fantasmas de la
mentira
y la traición
todavía viven a mi pesar
Aspiro a una convivencia
pacífica
con ellos
Solo se trata
de mantener la calma
De no bajar los brazos
No luchar
No rendirse tampoco
Hacer de esta
tranquilidad un hábito
No sé
si entendés
mis miedos
Esos que me
llevan a apretar los puños
desgastar los dientes
A cerrar
los ojos
para
contener las lágrimas
incontenibles
Pero me
ofrecés tu sonrisa
en medio
del desconcierto
Y con tu
abrazo
los puños
se aflojan
La boca
se relaja
Las
lágrimas se convierten
en
torrentes
esta vez de alivio
Porque
siempre lloro
ya lo sabés
No sé si
entendés
mis miedos
Pero te
quedás conmigo
sacudiendo
mis rulos
agitando
mi deseo
Hastiada
de tu hastío
me precipito
en la marea turbia
de tu mente
Me ahogo
Gaviotas salvajes
me oprimen la garganta
Se llevan restos de mí al cielo
Mi imaginación da vueltas
y vueltas
en un remolino
de malestar
Mis ojos derraman lágrimas
que caen
sobre el mar
El estómago
arde
los volcanes
que nunca
apagué
Observo tus
manos que tanto me gustan
sobre mi
pierna
que descansa
en la tuya
Tu cuello
sonríe con el roce de mis labios
Tu mirada es
aire fresco
brújula
Vientos de
felicidad son testigos
de que
encontré la paz
que tanto
buscaba
Viento
salado llega desde la costa
En la
sombrilla próxima
escuchan Babasónicos
Todo lo que pueda arreglar hoy lo dejare para
mañana
qué casualidad fue encontrarte justo acá
Dejo de
leer
Te observo concentrado
en Kafka desde la orilla
Miren todos
Ellos solos
Pueden más que el amor y son más fuertes que el
Olimpo
Fito canta
11 y 6
Siete meses
nosotros
por este
camino
a veces de praderas verdes
otras
de montañas
rocosas
Tus manos desadormecen
mi piel
de a poco
con suavidad
Acarician
mis deseos
Calman
mis temores
inciertos
Mis dedos
recorren urgentes
la tersura
de tu espalda
Ahuyentan tus
ansiedades
Mis ojos se
reflejan en los tuyos
Nuestros
labios sonríen
Las sábanas
duermen sobre
el piso
Hace calor
Un nuevo
día nos espera
Apagó la
luz. Podía ver los mensajes en el celular en la oscuridad. En eso estaba,
cuando los mosquitos se arremolinaron sobre la pantalla. Eran una marea negra
con patitas y zumbidos. Dejó el celular en la mesa al costado de la cama. Pensó que no iba a poder
dormir, que iba a amanecer toda picada.
El baño de repelente que se había puesto hasta en el pelo, como le había
recomendado una amiga, funcionó. Durmió de corrido toda la noche. Si soñó algo
no lo recordaba. Desayunó. Vio que la luz de la pantalla del celular seguía
prendida, cosa que le resultó extraña. Lo agarró. En el block de notas había
una novela escrita durante la noche. Se llamaba “La humana durmiente”. La
pantalla tenía estampadas las huellas de las patitas de los mosquitos.
*
“La humana
durmiente” fue publicado y se convirtió en un best-seller. La autora está en la cárcel, acusada por los
mosquitos por plagio. Denunció a la fábrica de repelente: “si no fuera por
ellos, estaría llena de ronchas, pero libre”, fueron sus palabras.
El viento
sacude las hojas de menta
El sol
acaricia el
cuerpo
colorea la
piel
Chapoteos frescos
de hondo
placer
veraniego
Bailamos con
la naturaleza
en este instante
de calma sostenido
por la
amistad sorora