viernes, 27 de agosto de 2021

Haikus del invierno

 

1

Días oscuros

Ventisca permanente

Oculto el sol

 

2

Caloventores

Pulóveres y pólar

Manos heladas

 

3

En el balcón

La tortuga escondida…

Tiempo de espera

 

4

En la foresta

Protegido en su cueva

Oso hibernando

 

5

Amor al frío

Solsticio favorito

Blanca pasión

 

Haikus del otoño

 

1

Quietud perdida

Embravecida calma

Arrulla el viento

 

2

Belleza en flor

arrullo sibilante

Canción de amor

 

3

Canción de noche

Meciéndose la cuna

Nanas al viento

 

4

Oscuridad

Formando  remolinos

Niños sin sueño

 

5

Amaneciendo

El baile de la vida…

Fresca estación

 

6

Cruzando el cielo

En baile migratorio

Las golondrinas

 

7

Lluvia en el viento

Nostalgia de otros tiempos

Dulzor amargo

 

8

Romance al sol

Hojarasca en la calle

¡Oh, el otoño!

Haikus del verano

 

1

Largos los días

Noches iluminadas

¡Oh, el verano!

 

2

Pieles tostadas

Buscando sombra fresca

Inútilmente

 

3

Atada a un poste

Bajo el calor del sol

La bicicleta

 

4

Estacionados

Ardientes los asientos

De los vehículos

 

5

Sillas de plástico

Pegándose a las piernas

De las personas

 

 6

Siesta en la tarde

La cortina de tiras

rasgando el aire

Haikus de la primavera

 

1

Tibia frescura

Los brotes asomando

La vida nueva

 

2

Renacimiento

Los días extendiéndose

Las noches cortas

 

3

Cielo sin nubes

Pétalos atrevidos

Flores naciendo

 

4

Por la vereda

Transeúntes pasando

¡Oh, calorcito!

 

5

Brotes de amor

Alegría en las calles…

¡La primavera!

 

 

 

Haikus del viento

 

1

Quietud perdida

Embravecida calma

Arrulla el viento

 

2

Belleza en flor

Un viento sibilante

Canción de amor

 

3

Canción de noche

Meciéndose la cuna

Nanas del viento

 

4

Espesa noche

El viento en remolinos

Niños sin sueño

 

5

Cálido viento

El baile de la vida…

Amaneciendo

 

6

Aves de paso

Migrando a otras regiones

Al son del viento

 

7

Lluvia en el viento

Nostalgia de otros tiempos

Dulzor amargo

Haikus del sol

 

1

Astro dorado

Mirando desde el cielo

Nubes viajeras

 

2

Amigo diurno

Su fulgor festejando

En las alturas

 

3

Amanecer

Sus rayos luminosos

Iluminándonos

 

4

Brillante esfera

De luminosa calma

Calor amigo

 

5

Bola radiante

Enrojeciendo cuerpos

Desprevenidos

 

 6

Rayos fulgentes

Amarilleando el día

Con su calor

 

 

Haikus de la luna

 

1

Anocheciendo

Redonda claridad

Desasosiego

 

2

Sueños eternos

Paisajes ancestrales

Pasión en blanco

 

3

Cuarto creciente

Medialuna dorada

Semipenumbra

 

4

Ruidos callados

Noche soñando estrellas

Calma nocturna

 

5

Guía en la noche

Iluminando el paso

De los viajeros

 

6

Blancos reflejos

En los sauces llorones

Sobre el arroyo

 

7

Luna y estrellas

En divertida danza

Fiesta en la noche

 

8

Vírgenes huellas

Caminata lunar

Cuerpos ingrávidos

 

9

Luna indiscreta

Compartiendo sus cuitas

Toda la noche

 

sábado, 21 de agosto de 2021

Las desventuras de los hermanos Pincho


Los hermanos Pincho son muy amigos míos. Carla Pincho. O Car Pincho, como le decimos a mi amiga, es una genia para los deportes. Su hermano Amilcar Pincho, me gustaba de chica. Hasta que me di cuenta de que tenía un es-carpín cho-to y uno lindo, no sé qué había hecho para que el par le quedara así. Ya sé que soy un poco rara, pero este hecho, que para otra persona hubiera pasado desapercibido, para mí era muy importante. Ya sé, no me digan nada. Me imagino lo que piensan de mí.
Carla y Amílcar Pincho están en un coro. Carla es soprano, Amílcar es te-nor del- ta-lento de un Pavarotti. Ël dice que no es ningún Pavarotti, pero nosotros los cargamos igual.
A los hermanos Pincho les gustan los deportes de aventura, como el ala nordelta. Les encanta elevarse y sentir la libertad que les da el viento.
Pero unas personas de maldad conchetudinaria, encabezadas por Nicanor Delta y Martín To (Tincho To, para sus amigos) se encarpincharon con ese mismo deporte. Y al grito de “¡los ricos no piden permiso” les robaron sus alas nordeltas a los hermanos. No solo eso, prohibieron a toda la familia Pincho la práctica de ese deporte.
-Ya tienen el coro, ¿qué más quieren, codiciosos?- les dijeron, demostrando que los conchetudinarios ven la paja en tierra ajena y no la codicia propia.
Carla y Amílcar, resignados al principio, trataron de de hacer otras cosas, hasta se dedicaron a la cría de yacarés pero ya care-cían de la habilidad necesaria. No había caso, extrañaban.
Aunque Amilcar Pincho es muy carpinchano, tampoco se iba a dejar prepotear así. Hacía años que su familia practicaba el alanordeltismo y no podía soportar quedarse sin algo tan necesario para ellos, algo que traía paz y armonía familiar, tanto que toda la familia se unió para recuperar sus planeadores.
Los conchetudinarios, por supuesto, fingieron ser atacados por los verdaderos poseedores de la maquinaria para practicar ese deporte.
Pero todos sabemos que Carla y Amílcar son seres muy nobles, que es su derecho acceder a los alanordeltas que tenían antes de que los conchetudinarios se los sacaran.
Continuará…

martes, 17 de agosto de 2021

Sentimientos chocados

 

Creía que no quería salir de mi casa. No salir. Más. Hacer todo desde casa

La variante delta acecha .

Veo como todo vuelve a la normalidad.

Como si eso fuera posible,

como si no hubiéramos aprendido nada.

Sobre todo que la normalidad no existe

¿Ya no hay pandemia?

No quiero volver a lo de antes.

¿O sí?

¿O sí, con algunas modificaciones que temo no poder sostener?

Quiero inventar algo. No se me ocurre nada.

Todo me lleva a mí, a lo autorreferencial.

Mucho tiempo girando a mi alrededor, se ve.

Y un día salgo, como antes, pero con barbijo.

Me había olvidado lo bien que se siente.

Veo mis fotos de antes.

Quiero volver, pero no sé bien a dónde.  

Quiero correr

Quiero bailar

Quiero volar

Otra vez tener la casa toda para mí

Recuperar mi espacio

Pero ahora mi espacio es con ellos también

¿Quién me va a interrumpir si ellos no están

Si ya aprendí a ignorar los whatsapp?

Sentimientos chocados

Decirles encontrados no alcanza

Mi compañero en esta tormenta

Que no se parece a ninguna de las que pasamos antes

Ve mi cara y entiende

Porque es su cara también

Nuestras caras

Reflejan estos dos años de locura e incertidumbre

-Vamos a estar bien- me dice, y le creo

Vamos a estar bien.

lunes, 16 de agosto de 2021

La aventura

Hace muchos años tuve una aventura con el papá de mi novio.

Era de noche. Mi novio y yo salimos a caminar. Justo cuando cruzamos la calle, el semáforo se puso amarillo. Corrimos. Una moto apareció por atrás de un colectivo. Con razón el colectivero nos hacía señas con las luces. Nos dimos cuenta tarde. Mi novio cayó al lado mío. El de la moto, a unos pocos metros. El colectivero se bajó a ayudar. La gente miraba por la ventanilla. Los que pasaban por la calle miraban y seguían de largo. Otros miraban y se quedaban mirando.


Ambulancia. Policía. Hospital.


Mi novio tenía la pata levantada, un clavo le atravesaba el tobillo como a Jesús hospitalizado, pero no lo tenía clavado a la cruz, sino horizontal, del que colgaba una pesa de cada lado, para que se le acomodaran los huesos que se le habían desacomodado y la operación fuera más fácil.


Finalmente llegó el día. La cosa no era nada del otro mundo, pero iba a tardar un rato. Yo venía muy estresada. Todos los días, al salir del trabajo, pasaba por el hospital.


Mi suegro me invitó a tomar un café enfrente del hospital así pasábamos las dos horas de la operación.


´Él se pidió un té. Todavía no entiendo cómo alguien puede tomar eso. Yo me pedí una lágrima. Venía con una galletita asquerosa.
Mi suegro es un tipo bastante seductor y de conversación entretenida. Todo lo contrario que mi novio. Estábamos en medio de una charla muy animada, risa va, risa viene, se hizo un silencio que nos atravesó como hilo dental a la encía.


Un tipo con una pistola amenazaba a otro, que estaba sentado unas mesas más allá.


El grupito de adolescentes de la mesa enfrente a la nuestra se tiró al piso a los gritos.


Traté de recordar qué llevaba en la cartera, para evaluar el daño si el tipo se la llevaba. Pero no, estaba interesado solo en el de la mesa, al que le seguía apuntando.


Se me confunden un poco las cosas, Vi que le sangraba la cabeza, pero no vi el culatazo que seguramente le dio el de la pistola, que le agarró el maletín y se lo llevó.


¿Sería médico el de la mesa? Nunca lo supe.


Las chicas se levantaron del piso.


Mi suegro y yo nos quedamos mirándonos. Ninguno podía hablar.


—Creo que ya es hora de volver al hospital—dije.


Por suerte mi novio se recuperó bien y la aventura que tuvimos ese día con su papá quedó en el olvido.

Por suerte nadie salió lastimado, que es lo único que importa, al fin y al cabo.