sábado, 18 de diciembre de 2021

El colibrí



Podría decir que tuvimos un colibrí de mascota. No fue así. En realidad, alojamos a un colibrí por unas horas.


Yo tendría seis años. Mi papá encontró uno tirado en la calle y no lo pudo dejar así. Lo llevó a la casa que alquilábamos en Villa Gesell en ese momento.


Con mi hermano le buscamos flores. Era muy divertido ver cómo metía el pico en las flores y se sacudía como hacen los colibríes. Hicimos planes de dónde y cómo lo íbamos a soltar cuando se recuperara. No se puede tener un colibrí, nos había explicado papá. Nuestro colibrí era libre de andar por donde quisiera. Mucho no se movía, se ve que estaba enfermo. Salvo cuando le traíamos flores.


A las pocas horas lo encontramos muerto con el pico adentro de una de las flores que le habíamos traído. Con mi hermano lloramos mucho. Nuestros padres nos sugirieron algo hermoso: le hicimos un velorio con todo nuestro amor. Con un discurso que preparó cada uno para despedirlo. No recuerdo qué nombre le pusimos, pero seguro le pusimos uno. Lo enterramos en el jardín de esa casa.



Hoy sería el cumpleaños de mi papá. Fecha complicada desde hace casi diecisiete años.


Estoy en Villa Gesell, mi lugar en el mundo.


Esta mañana, cuando me desperté, vi un colibrí. Estaba en una planta del jardín, polinizando flores como hacen los colibríes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario