miércoles, 4 de noviembre de 2020

Ruidos

 Espero poder dormir esta noche. No sé qué le pasa a mi vecino, todas las noches, tipo una de la mañana empieza a hacer unos ruidos extraños. No quiero ser mal pensada y creer que está garchando, pero los ruidos que hace no me dejan pensar en otra cosa. Eso, o la está matando, por los gritos de ella. No sé si quejarme o no. No quiero dar la idea de vieja vinagre, que no deja que los demás garchen libremente por la vida, pero ¡todas las noches! ¿Qué le pasa a la juventud? En mis épocas éramos más cuidadosos por lo menos. Mirá si me iban a escuchar a mí gritar así alguna vez. Bueno, quizás nunca estuve con nadie como el vecino, tengo que reconocer.

Tampoco soy de meterme en la vida de los demás, ¿eh? No se vayan a creer. Que cada uno haga de su culo un pito, como decía mi abuela. Pero ¡qué energía! ¡Todas las noches!
Parece que ahí empieza. Tranquilo, de a poco, como siempre. Ya sé lo que sigue. Gritos y gemidos. Me tapo la cabeza con la almohada, pero no puedo evitar espiar con el oído. ¿Que cómo se espía con el oído? ¡Qué sé yo! No, no es que pongo un vaso en la pared para escuchar, ¡lo único que falta! No, yo no hago eso. Pero de taparme la cabeza completamente y hacer fuerza para no escuchar, empiezo a aflojar la almohada de a poquito. Espío por el oído, como ya dije. Es más fuerte que yo. Me hipnotiza el hijo de puta. ¿Qué le estará haciendo para que ella se ponga así? No puedo ni imaginarlo. En realidad, sí puedo. Ese es el problema. Tengo demasiada imaginación. Y ellos ayudan, también. Si vieran los ruidos que hacen. Se me hace agua la boca. En realidad, un poco más abajo se me hace agua, pero no quiero entrar en detalles tampoco. No vienen al caso.
Pará, algo pasó. Gritan, pero no son los mismos gritos de siempre. ¿Se están peleando? Sí, se están peleando. Qué lástima. Una pareja tan linda. ¿Serán pareja? ¿Será siempre la misma? Casados con otros no están, si no, no podrían verse todas las noches. Bah, digo yo. Nunca se sabe. Cada pareja es un mundo, como decía mi abuela. Y nunca falta un roto para un descosido, también decía. No sé si viene al caso en este caso, pero como venía diciendo las cosas que decía mi abuela…
Eso que escuché parece un portazo. ¿Se fue? Y bueno, se habrá cansado de tanto darle y darle la pobre chica. Una no es un objeto sexual tampoco. ¿Pobre chica? Estoy loca, ¡qué pobre chica! ¡Agradecida tendría que estar de que la hagan sentir así! Tengo ganas de seguirla y decirle que lo piense bien, que no deje a ese muchacho que tantas satisfacciones le da. Pero es tarde y ya estoy en la cama. Además, yo no soy ninguna metida, no se vayan a creer. Escucho porque no me queda otra, ellos gritan que parecen animales salvajes. Ni me voy a meter. Cada uno sabe qué hace con su vida. Y si no sabe, que aprenda, como decía mi abuela.
Finalmente me animé y fui a hablar con él. De buena forma, por supuesto, soy una dama. Le pedí por favor que no hiciera tanto ruido de noche, que los vecinos queríamos dormir. Sí, le dije los vecinos. Tampoco le iba a andar aclarando que ni idea de lo que hacen mis vecinos. Yo no soy ninguna chusma. Pero para el caso me pareció mejor que piense que éramos varios los que estábamos molestos con los ruidos que él y esa chica hacían. Pobrecito, casi se muere de la vergüenza. Y eso que no hice ninguna referencia directa. Pero se ve qué sabía perfectamente de qué le estaba hablando. Parece que la chica lo dejó. Casi se me pone a llorar. Se deshacía en disculpas. Jovencito el muchacho. Muy amable. Sí, me estoy vistiendo para ir a cenar con él. Me invitó para compensarme por las molestias ocasionadas. No me miren de esa forma. Yo siempre me pinto y me arreglo así para visitar a los vecinos. Soy una dama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario