El día que encuentre a la persona
que me puso ese nombre tan obvio y pelotudo la cago a trompadas. ¿Y cómo me
hicieron? Desnuda y con un bebé en brazos. Unos cráneos, la verdad.
Los pibitos se me trepan a la
otra pierna, y se ponen como otro bebé, como si con uno no me cansara. Algunos
me tocan las tetas y se ríen. Uh, qué gracioso. Espero que de la risa te caigas
al piso, mocoso atrevido. Los adolescentes se sacan fotos haciéndose los que
toman leche de mi pecho. Algunos boludos grandes también. Patéticos.
¡Qué madre más fría!, dicen. Y
sí, ¿qué esperaban? Me muero de frío en invierno y de calor en verano. Me cagan
las palomas. Ni siquiera soy famosa como el príncipe feliz. Él también la
pasaba como el culo, pero por lo menos Oscar Wilde lo inmortalizó en un cuento.
Yo ni eso tengo.
Qué, ¿ya terminó la sesión y me
tengo que ir? ¡Pero lo único que falta! ¿Qué más quisiera? ¡Andate vos! ¿No ves
que yo no puedo?
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