jueves, 6 de enero de 2022

Amantes eternos

 

Linda A. Ventura salía con una persona que ya estaba en una relación. Supo desde el principio que su novio estaba casado. Por momentos no le importaba, incluso pensaba que era mejor. Ella era libre, podía estar con quien quisiera. Aunque solo estaba con él. Tampoco sabía si quería ser tan libre, muchas veces se sentía sola y le hubiese gustado contar con su novio, que estaba con su esposa, a la que ni tocaba, pero que vaya a saberse de qué manera extraña quedaba embarazada del novio de Linda A. Ventura.

El caso de Juan Zapata Elana fue diferente. Su novia le mintió. Cuando él se enteró de que ella tenía su esposo e hijos, ya estaba terriblemente enamorado y no pudo cortar la relación, aunque lo intentó varias veces.

Un día Linda A. Ventura y Juan Zapata Elana se conocieron y no lo pudieron creer. Los dos sintieron que habían encontrado su alma gemela, su media naranja y todas esas cursilerías. Se enamoraron el uno del otro. Por fin podían gritar su amor a los cuatro vientos sin tener que andar escondiéndose. Se casaron. No comieron perdices porque no sabían dónde se consiguen. Fueron felices un tiempo.

 Un día se dieron cuenta de que la magia había desaparecido junto con la química. Les faltaba la adrenalina de lo prohibido. Un amor tan legal les parecía aburrido. Sin embargo, siguieron juntos. Se guampearon hasta que la muerte los separó.

Como en toda gran historia de amor murieron el mismo día a la misma hora. De un paro cardíaco, en medio del acto sexual, en la casa de sus respectivos amantes.

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