Ilustración: Paula Ratti |
Santiago Rero era un ser
solitario por decisión ajena. Nadie aguantaba su pesimismo recalcitrante.
—No es pesimismo, es realismo —
clamaba Santiago Rero, dispuesto a blandir su realismo a diestra y siniestra a
quien pudiera alcanzar con su siniestra mente, porque la gente era muy diestra
en escaparle a semejante individuo.
A su veintiúnica novia la agarró
desprevenido, sabía ser muy seductor al principio. La invitó de vacaciones. La
piba estaba que volaba de amor.
—Ponete bien el cinturón de
seguridad — le dijo — me fijé que hay un montón de accidentes en la ruta.
A la piba le pareció raro el
comentario, lo tomó como un signo de prudencia. Digamos que muy avispada no era
tampoco. Ya el nombre del muchacho debería haberle encendido las luces de
alarma.
No pudo seguir pensando mucho
porque Santiago Rero empezó a protestar y resoplar por la cantidad de autos que
había. La piba decidió ignorarlo, estaba decidida a disfrutar de sus vacaciones
como sea.
A él no le gustaba que lo
ignoraran.
—¿A vos te parece la cantidad de
autos que hay hoy?
—Es una ruta —le respondió ella.
—Dejate de joder. Mirá todos esos
autos. No vamos a llegar más.
—Gracias —cortó ella, tajante —si
vos no me decías no me daba cuenta de que en la ruta hay muchos autos.
Ni la música logró romper el
silencio lapidario que cayó como tormenta veraniega en medio de los dos.
“Cuando la suerte qu’es
grela/Fayando y fayando/Te largue para'o/Cuando estés bien en la vía/Sin rumbo,
desespera'o”, salía a todo volumen por los parlantes del auto.
Llegaron. Santiago desconfiaba,
estaba seguro de que la casa no iba a ser como se veía en la foto en internet.
La piba lo miraba con ojos asesinos.
—El día está hermoso — dijo, como
para cambiar el clima hablando del clima.
—Va a llover —ya sabemos quién
dijo.
Fue el colmo, el acabóse, la gota
que rebalsó el vaso. Al grito de “Fúlmine, go home!” ella se alquiló otra casa
donde pasar sus vacaciones tranquila.
Santiago Rero se quedó triste y
solo y sin entender nada, según le contaba por teléfono a su mejor amiga, Fátima
Laonda, que estaba enamorada de él. Santiago Rero también estaba enamorado de
ella, pero desde el principio de su relación fijó los límites porque estaba
seguro, pero seguro seguro, de que la cosa entre ellos no iba a funcionar.
Bello, cómo siempre! <3
ResponderEliminarAlicia