domingo, 23 de enero de 2022

Siempre te voy a buscar

 

Camina por un descampado. Es una cancha de fútbol, al final hay un arco. Uno solo, porque del otro lado no hay ninguno. Por eso pensó que era un descampado. Más atrás, una puerta en medio de la cerca de árboles que rodea la cancha. Atraviesa la puerta, alguien la llama. No entiende si la llaman a los gritos o por teléfono. Atiende el teléfono. Mientras habla ve a la persona que la llamaba, a los gritos. Es una amiga, baja de un auto verde, del asiento del conductor. Ve la puerta abierta y la ve bajar. Se sorprende porque la amiga no sabe manejar. Se alegra de que por fin haya aprendido.

Llama a su perra. Ve venir una jauría. La perra sale corriendo. Le da miedo que la alcancen y la lastimen.

Sigue caminando por un lugar enorme donde hay mucha gente que baila tango. Quiere quedarse pero se tiene que ir. Su hija y una amiga que se nota que es más chica van en algo que es como una zapatilla con ruedas, de esas para que los bebés empiecen a caminar. Ninguna de las dos es un bebé. Su hija va adelante y la amiga atrás. Las dos comparten la zapatilla. Ella las sigue.

Entra a una habitación donde están su amiga, la del auto, con las hermanas. La amiga le guiña un ojo. Ella se pone contenta, se acuerda de que justo hace unos días pensaba en lo desigual de su relación, que ella compartía los espacios con su amiga, pero que no era recíproco.

Otra vez pasan la hija y la amiga más chica en la zapatilla, ella se va de la reunión en la que está y las sigue. Vuelve a pasar por el lugar donde bailan tango. Hay gente bailando y otros sentado en una mesa larga. Sigue persiguiendo a las niñas. Un tipo muy alto se interpone en su camino. Le pregunta si lo va a ayudar. Ella no entiende. Él le repite, quiere que le enseñe a bailar. Suena medio canchero cómo lo dice. Ella al principio piensa que la quiere seducir. No, quiere que le enseñe a bailar. Ve que las nenas se alejan. Esquiva al hombre al mismo tiempo que se disculpa y va tras ellas.

Baja por unas escaleras interminables. Muy luminosas, la luz entra por unos ventanales enormes que hay en los pisos intermedios. ¿Cómo habrán hecho las nenas para bajar por ahí? Llega otra vez a la cancha de fútbol. Está su hija, la otra nena no.

¿No te diste cuenta de que perdiste a tu amiga en el camino? le grita.

Su hija no le contesta.

Sale desesperada a buscar a la otra nena.

Hace el camino inverso, mientras piensa qué explicación les va a dar a los padres de la chica.

Pasa otra vez por el salón de baile.

¿Cuándo se juntan a bailar otra vez? — pregunta.

Una mujer responde:

Dentro de quince días.

Le parece mucho tiempo. Ella se quiere quedar a bailar. No puede, tiene que encontrar a la otra nena. Con pesar, se va del salón.

Ve a la nena sentada en un escalón de las escaleras por las que pasó antes. Se sienta al lado.

¿Te asustaste? — le pregunta.

Un poco.

Sabías que yo te iba a buscar, ¿no?

La nena asiente.

Tenés que saber que yo siempre te voy a buscar—sigue ella, para confirmar lo que dijo antes.

La nena sonríe, aliviada. Es pura ternura.

Ella la abraza, la nena responde al abrazo.

Siempre te voy a buscar.

 

 

 

 

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