Lo enroscó
como una serpiente a su presa, sus piernas alrededor de la cintura de él. Años
de acoso por fin habían dado sus frutos.
Él se
lamentaba para sí el hecho de que finalmente ella lo hubiera encontrado con la
guardia baja y la testosterona alta. Sabía que lo que estaba pasando era un
error que le iba a costar solucionar.
Ella
jadeaba feliz.
El hizo un
gran esfuerzo de imaginación y logró penetrarla.
Los gritos
de ella lo molestaban. Le molestaba no sentir lo mismo, no estar a la altura de
su excitación. No lograba acabar, que era lo único que quería en ese momento.
Ella estaba
fascinada por lo bueno y aguantador que era él.
Como en una
novela berreta acabaron juntos.
Ella se
durmió soñando un futuro con él que no iba a ocurrir. Se sentía liviana, joven
y atractiva todavía.
Él
aprovechó el sueño de ella para vestirse y huir lo antes posible. No la había
pasado mal, tampoco bien. Quería olvidarlo todo.
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