viernes, 25 de febrero de 2022

Salí como escritora

 

Cuaderno y birome en la cartera. Atenta a las personas, las ropas, las miradas. Cada gesto es una historia. A escribirlo todo. Ojo testigo. Lapicera que retrata el instante.

Quiero quedarme en casa. Escucho las peleas de mis vecinos, los pocos autos que pasan, el silencio de los muertos que descansan a pocos metros. En paz lo dudo, el bar de Rodney aturde con sus bandas de rock ignotas pero entusiastas.

No quiero salir. El afuera es ruidoso, violento.

Pero tengo que salir. Varios colectivos no paran. Estoy tan perdida en esta nueva normalidad que ni logro enojarme. Me pregunto si habrá un límite de gente que puede subir. Tampoco van llenos. Sí apurados, quién sabe a dónde. O locos. Como el mundo.

El colectivero insulta a una ciclista con más bronca de la que la situación amerita.

No quiero salir, tengo miedo de perder mi espacio de escritora, algo interno que no es físico ni lo puedo definir, tengo miedo de perderlo, le cuento a la persona que mejor podía escucharme. Y entenderme.

Nos pasa a todos, me responde, salí como escritora.

Eso hice.

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