-Quisiste
tener hijos, tuvimos hijos. Una casa mejor, en un barrio más concheto. La tuvimos.
Después quisiste que nos fuéramos de vacaciones todos los años. ¡A lugares cada
vez más lindos! Y salir seguido. Y vernos con amigos. ¡Todo el tiempo querés
hacer cosas conmigo! ¡Y todas cosas divertidas, por favor!. La vida no es
diversión, sabelo. Tengo miedo de que nunca estés conforme y me pidas cada vez
más. Sos insaciable. Sí, no me mires con esa cara, sos así. Te lo digo en
serio, me das miedo. ¡A vos nada te alcanza!
No
pudo responder, no le salían las palabras. Se dio cuenta de que no bastaba con
hacerle saber que la puerta estaba abierta y que era libre de irse cuando
quisiera. Era necesario, además, darle la patada en el culo que se merecía, así
tomaba impulso y se iba de una buena vez.
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