Acá estoy, esperando que
llegue la policía. Jamás pensé que las cosas se iban a desmadrar así. Tendría
que haberme ido hace tiempo, pero no pude hacerlo. Un poco por amor, supongo.
Otro poco por costumbre. Y bastante por miedo, debo admitir.
No fue buena idea quedarme. Criticar
siempre su trabajo, su manera de hacer las cosas, tampoco. Creo que fue
juntando bronca. No le gustaba cuando le decía que no haga ese ruido
insoportable al masticar la comida. O que no roncara a la noche, que no me
dejaba dormir. Su conducta en general me
exasperaba. Y no me sale disimular cuando algo me molesta, siempre fui así. A
veces creo que es importante reconocer las propias limitaciones. Y saber
retirarse a tiempo. Yo no lo supe. Si con lo que pasó no lo aprendí, no lo
aprendo más.
Espero que la vida me dé una
segunda oportunidad. Que la policía llegue a tiempo. Y que esta herida que
tengo en el medio del estómago no venga con mi número de nicho incluido. Jamás
sospeché que sabía en dónde escondía el
arma. Tampoco le conocía esa destreza para disparar. No dudó ni un segundo. La bala fue certera. No se
le corrió el labial ni un centímetro.
La policía está tardando mucho, me parece. Por favor que lleguen de una vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario