Alguien comenta, con un vaso en la mano, que qué lindo sería volver el tiempo atrás, volver a ser niño y no tener responsabilidades.
Ves el micro, el parque enorme. Tu hermano chiquito
en pelotas saliendo del vestuario. De repente jugás en el parque, no llegás a
ver dónde termina y eso te hace llorar. A tu hermano no lo ves más, pero no te
llama la atención tampoco. Después comés y todos cantan oé oé salchicha con
puré, porque se ve que es eso lo que sirvieron. Hasta te das cuenta de que
estás cantando vos también, con todos los demás. Extrañás a tu mamá. No ver a
tu hermano no te preocupa. De hecho, te olvidaste de que él también está ahí.
Vas a una especie de
calesita. Estás sola. Se acerca un chico más grande. Empieza a girar la calesita,
cada vez más rápido. Gritás que pare. No para.
De repente estás en el micro
de regreso a casa. Todos cantan chofer apure ese motor, que en esta cafetera
nos morimos de calor. Vos también cantás. Mirás por la ventana cómo pasan los
edificios. El micro se detiene en el jardín de infantes de tu hermano. Tu mamá
te abraza y vos te aferrás a ella. Fuerte. No tenés registro de tu hermano, pero
tu mamá no parece preocupada.
Hoy, a la distancia, te
puedo decir que está todo bien, que tu hermano volvió con ustedes y que ese fue
tu primer día de la colonia. Que mientras vos llorabas, tus padres creían que
hacían algo bueno por vos, para que te divirtieras y jugaras con amigos. Vos
preferías quedarte en tu casa, pero nunca pudiste decirlo. Y así pasaste el
verano.
Te das cuenta de que todos
te están mirando, quieren saber tu opinión. Te vas a buscar un trago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario