sábado, 4 de abril de 2020

Diario de cuarentena


Querido diario:
Estoy haciendo un taller de escritura online, para pasar la cuarentena. Tenemos que escribir un diario íntimo. Así que escribo dentro de mi diario íntimo.
Estoy en mi casa, acuarentenada. En mi escritorio de trabajo, frente a la computadora.
El flaco no se calla, pero escribo igual. Increíblemente estoy muy concentrada e inspirada. Escribo y escribo, sin parar. Me da mucho bajón la situación, sobre todo por la incertidumbre.
Se siente el ruido del agua que toma. Y los clics del mouse. Me hace acordar a mí cuando doy clases por skype.
Hoy fui a kinesiología por mi hombro. Había muy poca gente. Me bañaron en alcohol en gel. Tuve que llenar una declaración jurada de que no tengo síntomas de coronavirus ni estuve en otro país. No tengo síntomas (al menos por ahora) y no sé si lamentar o agradecer que tampoco estuve en otro país.
En diciembre estuve en Gesell, antes de lo de Fernando. Me resbalé en el baño, el primer día. Qué boluda. Todo el año esperando las vacaciones y el primer día me caigo de una forma tan estúpida. El hombro me quedó muy dolorido y me costaba mucho levantar el brazo. No quise ir a una guardia ni hacerme placas. No tenemos auto y el hospital en Gesell es lejos y siempre está lleno de gente. Supuse que si me lo había quebrado me iba a dar cuenta. Me dolía un montón, pero como no se me hinchó ni nada, pensé que me dolía por el golpe nomás. Ya se me va a pasar, pensé...
No se me pasó, y en enero fui al traumatólogo: seguro es una tendinitis del manguito rotador, dijo, y me mandó a hacer una resonancia; ahí vi que sí me había quebrado, que se soldó solo, y bien. Por suerte. Y que por suerte no me enteré y pude disfrutar las vacaciones sin saber que me había fracturado. Mi primer fractura en la vida y ni me enteré. Eso sí, la rehabilitación es interminable. No sé si voy a poder seguir yendo a kinesiología si declaran cuarentena.
Mi escritorio es un desastre, grande y lleno de cosas. Podría aprovechar la cuarentena para ordenar, aunque dudo que eso ocurra. Siempre tengo otras cosas que hacer. Incluso pensé que iba a poder descansar y al final trabajo mucho más que si fuera a dar clases en persona.
Fede habla por teléfono. Está arriba y lo escucho. Le dieron una computadora y se queda en casa. Los cuatro nos quedamos en casa.
El flaco habla de hacer cosas lindas en esta cuarentena, y algo sobre la solidaridad. Me emociono. Estoy muy sensible, debo reconocer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario