Querido diario:
Estoy haciendo un taller de escritura
online, para pasar la cuarentena. Tenemos que escribir un diario íntimo. Así
que escribo dentro de mi diario íntimo.
Estoy en mi casa, acuarentenada. En mi
escritorio de trabajo, frente a la computadora.
El flaco no se calla, pero escribo
igual. Increíblemente estoy muy concentrada e inspirada. Escribo y escribo, sin
parar. Me da mucho bajón la situación, sobre todo por la incertidumbre.
Se siente el ruido del agua que toma.
Y los clics del mouse. Me hace acordar a mí cuando doy clases por skype.
Hoy fui a kinesiología por mi hombro. Había
muy poca gente. Me bañaron en alcohol en gel. Tuve que llenar una declaración
jurada de que no tengo síntomas de coronavirus ni estuve en otro país. No tengo
síntomas (al menos por ahora) y no sé si lamentar o agradecer que tampoco
estuve en otro país.
En diciembre estuve en Gesell, antes
de lo de Fernando. Me resbalé en el baño, el primer día. Qué boluda. Todo el
año esperando las vacaciones y el primer día me caigo de una forma tan
estúpida. El hombro me quedó muy dolorido y me costaba mucho levantar el brazo.
No quise ir a una guardia ni hacerme placas. No tenemos auto y el hospital en
Gesell es lejos y siempre está lleno de gente. Supuse que si me lo había
quebrado me iba a dar cuenta. Me dolía un montón, pero como no se me hinchó ni
nada, pensé que me dolía por el golpe nomás. Ya se me va a pasar, pensé...
No se me pasó, y en enero fui al
traumatólogo: seguro es una tendinitis del manguito rotador, dijo, y me mandó a
hacer una resonancia; ahí vi que sí me había quebrado, que se soldó solo, y
bien. Por suerte. Y que por suerte no me enteré y pude disfrutar las vacaciones
sin saber que me había fracturado. Mi primer fractura en la vida y ni me enteré.
Eso sí, la rehabilitación es interminable. No sé si voy a poder seguir yendo a
kinesiología si declaran cuarentena.
Mi escritorio es un desastre, grande y
lleno de cosas. Podría aprovechar la cuarentena para ordenar, aunque dudo que
eso ocurra. Siempre tengo otras cosas que hacer. Incluso pensé que iba a poder
descansar y al final trabajo mucho más que si fuera a dar clases en persona.
Fede habla por teléfono. Está arriba y
lo escucho. Le dieron una computadora y se queda en casa. Los cuatro nos
quedamos en casa.
El flaco habla de hacer cosas lindas
en esta cuarentena, y algo sobre la solidaridad. Me emociono. Estoy muy
sensible, debo reconocer.
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