Ando con unas sensaciones raras últimamente. Físicas, sobre
todo. Mucho dolor de cabeza. Y de panza. Un dolor rarísimo. Según el día pienso
que es dengue, aunque ni idea bien de cómo son los síntomas. Y eso que nos machacaron
y machacaron muchísimo. Folletos infinitos de dengue, chikungunya y Zika. Los
cuadernos de comunicaciones de mis hijos venían llenos de explicaciones sobre
cómo prevenir el dengue. antes de que empezaran a machacar y machacar con el
coronavirus. Mi hijo te explicaba perfectamente los distintos mosquitos y las
diferentes formas de prevención.
Con la gripe A y con el dengue nunca llegué a preocuparme. Y
casos de dengue cercanos tuve. Antes y ahora. Mis sobrinos tienen dengue, por
suerte están bien.
Cuando fue lo de la gripe A, perdí un embarazo. No por la
gripe, por la vida misma. No me acuerdo del dolor, sí me acuerdo que no me
atendían, no registraban lo que me pasaba porque estaban desbordados con los
casos de gripe. Me acuerdo que mi hijo se quedó en casa con mi suegra, muy
asustados los dos. Me acuerdo que tiempo después todavía algunos me preguntaban
por el embarazo. O gente que nunca se enteró de que había estado embarazada me preguntaba:
¿para cuándo la nena? Como si uno pudiera elegir, ¿no? El siguiente embarazo sí
llegó a término. La nena ahora tiene
nueve. Y tengo la familia tipo. Tipo los Addams, los Ingalls se lo dejamos a
gente más prolija. A nosotros no nos sale.
El caso es que me siento rara. Algunos días me torturo
pensando que puede ser dengue, otros coronavirus. Y otros, los más pesimistas,
un tumor, por qué no. Tiempo para hipocondriarse sobra. Y si la hacemos la
hacemos bien.... Lo más probable es que sea estrés.
Como si todo esto fuera poco, ahora parece que hay una abeja
asesina. ¡No tenemos paz!
Siento que vamos a tener que hacer algo distinto urgente.
Así no podemos seguir. No sé cómo, tampoco. Vamos a tener que cambiar. Si bien
no soy amante de los cambios, le doy la bienvenida a este. No quiero volver a
lo de antes. No digo que me esté gustando la cuarentena, pero tampoco me
disgusta tanto. Parece que el mundo funciona mejor sin nosotros. Y tendríamos
que tenerlo en cuenta para ese cambio que avecino. Si no cambiamos, nos vamos
al tacho. Más señales no puede haber. Seríamos muy necios si no las vemos y no
actuamos en consecuencia.
Estos días sin poder salir me hacen tener una noción mucho
más vívida del paso del tiempo. Es una angustia que no sé cómo explicar. Se me
hace carne en el cuerpo.
Ya es tiempo. No queda otra que sanar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario