lunes, 29 de junio de 2020

Escribires y traducires

Desde que empezó la cuarentena, me dediqué a escribir sin parar. Lo tenía como una asignatura pendiente y decidí que esta situación era el mejor momento para saber si la química funcionaba. Así fue como relatos personales, otros inventados, adornados algunos, quedaron flotando en algún lugar de la nube. Hasta alguna poesía también, ante mi asombro. Descubrí personajes que jamás me hubiera imaginado que estaban en mí. Encontré en este espacio un alivio para mis días. Sentí el entretenimiento y el goce de buscar la palabra precisa, el adjetivo justo. Leí en voz alta, escuché el ritmo que marcaban mis textos. Y descubrí que lo disfruto mucho.

Hoy estuve haciendo lo mismo, pero con las palabras de otra persona. Ya lo había intentado antes, durante esta cuarentena, pero no podía. No me podía concentrar en transmitir lo que otro había escrito. Se ve que necesitaba encontrar mis propias palabras a lo que estaba viviendo. Hoy, por un hecho fortuito, totalmente ajeno a mi voluntad,  se dio la posibilidad de retomar un proyecto que ya consideraba perdido. Así que puse manos a la obra, con la adrenalina a pleno. Y las palabras salieron a borbotones, como si las escribiera yo, como si todo este tiempo de mirar ese texto y sentir el vacío de no poder transmitirlo, en realidad hubiera sido una preparación para lo que estaba por venir. Y salió como una cascada. Con el mismo ritmo y las mismas sensaciones que me transmitió su bella autora cuando lo leí. Fue raro volver a apropiarme de un texto ajeno. Sentir ese respeto reverencial ante una obra escrita por otra persona, un texto bellísimo, que hoy por fin me animé a tocar sin temor a arruinarlo, sintiendo que de ese encuentro podía salir algo tan bello como el original. Hacía mucho que no me pasaba. Sentí el placer de siempre. El que me llevó a transitar estos caminos de sensaciones a través de la palabra. El goce de encontrar el equivalente adecuado. La palabra que resuena en el cuerpo y hace eco en el corazón.

Hoy traduje un cuento. Y ya no me importó más nada de lo que fuera a pasar después.      Fui feliz.

Y descubrí que puedo tener dos grandes amores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario