Quince años ya. La edad que va a cumplir mi
hijo en unos meses. Imagino que hubieras sido un abuelo maravilloso, tenías
muchas ganas. Me acuerdo de tu cara cuando te di la noticia. Tu mano en mi panza
cuando te dije que era un varón y que habíamos decidido el nombre. Ya
estabas enfermo e imaginábamos el final. Nosotros. Vos, negador como siempre,
hablabas de lo que ibas a hacer cuando te curaras.
Hoy fue un día raro, como siempre desde hace
quince años.
Hoy casi no pensé en vos, pero el malestar que
desde hace quince años siento este día se hizo presente. No falla. El cuerpo
tiene memoria.
En la calma de la noche, mientras escribo,
por fin caen las lágrimas.
Te extraño. No sabés cuánto.
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