jueves, 30 de julio de 2020

La carta del Tarot

    Otra vez había soñado con ese exnovio. El mismo de siempre. Los sueños eran distintos, pero el protagonista siempre era el mismo. En las situaciones más extrañas, como suele ocurrir en los sueños. Tampoco le interesaba demasiado pensar qué podía significar esa recurrencia onírica. Ya bastante tenía ella con su vida.

    Tomó coraje y se levantó. Hacía frío. Se puso el deshabillé y fue al baño. Corriendo. Siempre le gustaba esperar hasta último momento, con tal de quedarse un ratito más abrigada en la cama. Llegó justo a tiempo. Por suerte, desde que se había separado, ya no se encontraba con la horrible sorpresa de que le hubieran bajado la tapa del inodoro. Menos mal que ya no estaba ese obstáculo extra en su rutina mañanera. Recordó las veces que olvidó ese detalle, y la sensación de que se iba a hacer encima mientras la levantaba. Recordó lo que puteaba en esos momentos. A su exmarido. El exnovio con el que venía soñando última e inexplicablemente no hacía eso, que ella recordara.

    Terminó de mear y se miró en el espejo. La imagen la deprimió: la cara blanca, los ojos sin brillo, las ojeras. Un fantasma de lo que había sido. Se preguntó en qué momento se había apagado toda esa energía, ese halo de luz que todos admiraban. Se preguntó en qué momento había preferido la comodidad del batón al cuidado y arreglo personal. El espejo le mostraba a una vieja. La asustó el hecho de ser esa persona que veía.

    Se fue a preparar un café, a ver si se despertaba un poco. Puso agua en la cafetera y se quedó esperando. No pensaba en nada en especial. Sus ojos apuntaron a una figura colorida a un costado del microondas. ¿De dónde había salido? La agarró. Era una carta del Tarot. Se acordó de que hace un tiempo su amiga tarotista le había preguntado por esa carta, que había perdido no sabía adónde. Enseguida le contestó que no, que en su casa no estaba, sin pensarlo y sin siquiera buscarla. La amiga había traído las cartas la última vez que vino, por si surgía la posibilidad de usarlas. Pero entre la charla y los vinos se olvidaron del Tarot..

    Prestó atención a la carta. Se veía a una pareja y a Cupido, que los apuntaba con su flecha. El enamorado, decía. Qué oportuno, pensó con ironía. Más tarde llamaría a su amiga para avisarle de su hallazgo.

    Se sentó a tomar su café y la miró con detenimiento. Los colores eran demasiado chillones para su gusto. Ella era más de los tonos pastel. El enamorado le causó gracia, el atuendo era francamente ridículo. Cupido iba a tener que hacer un gran trabajo para que este señor lograra seducir a su amada. Pensó en ella, todavía en batón. Con qué autoridad se reía del pobre muchacho.

    Terminó el café. La carta ahora la tenía hipnotizada. Buscó su significado en Internet. A ver si este hecho fortuito de que apareciera justo en ese momento significaba algo. Justo después de que había vuelto a soñar con su ex. Su mente racional le decía que no, pero la carta la atraía cada vez más.
Empezó a leer: “En el caso de que tú seas soltero esta carta te mostrará el inicio de una relación muy apasionada y feliz”. Le pareció una tontería absoluta, así que la guardó en un cajón, y decidió empezar con sus actividades diarias.

    Sin embargo, de pronto tuvo la necesidad de vestirse. Tanta dejadez empezaba a cansarla. El pelo estaba todo desprolijo y enredado, mejor se daba un baño primero. De repente tuvo ganas de usar todas sus cremas y ungüentos. Estuvo un buen rato bajo la ducha. El agua limpiaba y reparaba todos sus pensamientos negativos. La relajación era total. Se miró en el espejo y su mirada tenía un pequeño brillo. Pudo ver todo el placer que había sentido reflejado en el espejo. Hasta decidió pintarse. Volvió a mirarse, ahora el brillo era completo.

    Cuando hubo terminado todo ese ritual, se sentó frente a la computadora lista para empezar a trabajar.

    El sonido del teléfono la sobresaltó. Algo le dijo que no era una llamada común. Quizás fue el hormigueo en el estómago o los latidos de su corazón. No sabía qué pasaba, pero algo estaba pasando y ella no podía precisar qué era. Con esa sensación en el cuerpo, bella y radiante, se levantó a atender.

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