sábado, 25 de julio de 2020

PARA MATEAR ES TAN LEY

Lo miro fijo. Lo vuelvo a mirar. No me dice nada. Lo acaricio y está frío. Su coraza de metal lo protege a él y me permite a mí agarrarlo sin quemarme. Siempre quise tener un Stanley, pero son muy caros. Así que cuando mi marido lo vio en oferta en la feria del parque ni dudé. Y lo bien que hice.

Mi termo es azul. Eso me encanta, porque dentro de la uniformidad de los termos Stanley, ese color  no es tan común. En algún punto lo siento especial. Un detalle de color, por hacer una metáfora al respecto.

Otra particularidad que tiene es un estampado que dice "La Barrancosa". Porque mi termo es un termo secuestrado, de ahí la oferta, y la posibilidad de comprarlo a un precio accesible para mí. Mi termo es un saldo de algún regalo de fin de año que la susodicha empresa encargó para sus clientes, supongo; como trabajadora nunca recibí un regalo de semejante magnitud. Ojalá. De ahí mi conjetura de que su destino era algún cliente importante y no un empleado de la empresa. Bueno, se ve que sobraron termos y alguien consideró mejor venderlos y hacerse unos mangos que dejarlos en un depósito abandonados a su suerte. Alabada sea esa persona. Tuve algunos pruritos al principio, debo confesar. Pero mi fuerte deseo de tener un Stanley hizo que acuñara el famoso dicho de que quien le roba a un ladrón tiene cien años de perdón, y acá estoy, feliz poseedora de mi termo Stanley azul que dice "La Barrancosa".

Las letras son plateadas, así como la base y la punta del termo. Tiene el pico vertedor original, que está buenísimo. No hay forma de que se vuelque el agua. Tiene una manija, también azul, sostenida por dos arandelas plateadas.

Es un poco pesado para mi gusto. En general, los otros termos son mucho más livianos. Pero ya me acostumbré. Además, me aseguraron que su pesadez se debe a que son un caño, no se rompen por nada. Y está bien, menos mal, porque con lo que salen debería uno poder llevárselos a la tumba. Yo, que soy rompedora de termos de todo tipo, incluso de metal, vengo invicta con el Stanley. Por ahora al menos. Y eso que ya ha sufrido alguno de mis descuidos.

También dicen que mantiene el agua caliente por 24 horas. La misma caja donde viene el termo lo dice. Por supuesto, hice la prueba. Y sí, efectivamente, el agua se mantiene caliente por un día. No sé qué ventaja tendría ese hecho en mi caso, si yo tomo mate todo el tiempo y mis termos se vacían mucho antes; pero mi marido me dijo que es el termo que usan los camioneros, justamente porque les sirve que el agua se mantenga a la misma temperatura en un viaje largo, por ejemplo.

Lo miro y me siento tan afortunada de tenerlo, que le quiero dedicar un poema.

Oda al Stanley

Oh, bello Adonis azul

compañero de mis días

mis mañanas no serían lo mismo sin tí

mi conservador de agua caliente favorito

espero que nunca me faltes

y que si ello ocurriera

otro ladrón sin destino secuestre

a alguno de tus hermanos

azul, verde o bordó

del color que sea

            con algún otro logo

pero fiel a tu raza

es decir, a tu marca

Stanley

de mi corazón

no permitas que mi torpeza

haga mella en tu cuerpo metálico

estúpido y sensual termo Stanley

brindo por muchos años juntos

Valeria Wald, tomadora de mate contemporánea



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